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Cuarto Período de la Evolución Espiritual de la Humanidad

  • Foto del escritor: Conciencia Cosmica
    Conciencia Cosmica
  • hace 6 horas
  • 2 Min. de lectura

Cristo Cósmico
Cristo Cósmico

Así pues, ante la obstinación y altivez de la humanidad, los Maestros de Luz debieron encarnar a lo largo de diversas 

culturas y civilizaciones, para continuar con su misión de 

guía   y   orientación   a   una   humanidad   que   empezaba   

despertar por sí misma y sin miedo al yugo de aquellos que 

preferían el silencio cómodo de la ignorancia espiritual, con 

el   fin   de   acrecentar   sus   arcas   y   multiplicar   sus   haberes 

materiales, manteniendo sumidos en la oscuridad a aquellos

que convenientemente les creían y aceptaban como verdad.


Hasta que llegó el Mesías prometido, el primogénito, el Hijo 

bien amado  del Padre Creador, que nos mostró a toda una 

humanidad, sin distingo de raza, color, territorio, credo, el 

camino de vuelta hacía el Padre Amoroso y Bondadoso que 

aguarda por nosotros.  Aquel Divino Rabí que nos enseñó que

la realidad es nuestro espíritu por encima de nuestro cuerpo 

material; que estamos aquí en ésta tierra para sanar y crecer 

a través de aprendizajes y ser dignos de volver al Padre 

después de abandonarlo en aquella rebelión liderada por 

Lucifer,  y que nosotros al creerle lo que nos decía o al dudar

sobre lo que nos quería convencer, preferimos seguirlo a él 

que mantenernos en el Amor del Padre Celestial.


Aquel Cordero que entregó su vida por Amor a nosotros y que

redimió con su sangre  nuestro error; que nos mostró que 

siendo simples mortales podemos elevarnos por encima de 

nuestra   carne,   de   nuestra   materia   y   blandir   nuestros 

espíritus como saetas ágiles y livianas hacía nuestro Padre 

que espera de nosotros lo mejor.


¿Y cómo lograrlo? También nos lo recordó, siendo gratos a los

Ojos   del   Padre,   sacando   de   Él     una   sonrisa   amorosa, 

teniendo siempre por derrotero no hacer a otro lo que no 

quieras que te hagan a ti, en conclusión, usar la llave que 

abre todas las puertas y que es la respuesta a todos los 

interrogantes:   Dar   Amor,   siempre   y   sin   excusas,   ni 

justificaciones, pues no sabemos si aquel que nos ofendió o 

nos   faltó   de   alguna   manera,   obedezca   a   una   ley   de 

correspondencia o sea nuestro instructor designado en ésta 

cruzada para lograr lo mejor de nosotros mismos.

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