Tercer Periodo de Evolucion Espiritual de la Humanidad

Emperador autoproclamado dios

La humanidad se llenó de soberbia y consideró que su conocimiento era suficiente y que podía continuar sola sin la compañía y ayuda de los Dioses, creyéndose igual a un Dios con el poder y la sabiduría total, desdeñando a los Guías y Mentores de antaño, empequeñeciéndolos y convirtiendo todo aquel misterio espiritual exclusivo de una jerarquía, en el manejo de las necesidades propias de dicha casta y del gobernante de turno.  Así pues en diversas culturas se veneraba al faraón o al emperador como un autoproclamado dios.

Ante tal situación los Mentores y Maestros aceptaron el libre albedrio humano que los hacía a un lado y que les otorgaba el reconocimiento de su existencia como un mito o una leyenda de los pueblos,  mas nunca como una realidad concomitante con su propio desenvolvimiento y desarrollo.  Así pues, dichos Guías saltaron al olvido en un pasado poco digno de reconocimiento al considerarlos como una expresión de credulidad inocente de pueblos atrasados en conocimiento.

A pesar de lo mismo, muy pocos se mantenían  firmes en sus convicciones,  y dicho conocimiento fue guardado  y preservado de generación en generación para aquellos a quienes su Espíritu llamaba a conocer y practicar.