Somos templo. No en ladrillos, no debajo de piedras, en Nosotros.

El templo nunca son los muros, el templo somos nosotros mismos, cada uno de nosotros es un templo, cada uno de nosotros en la unión de todos. Conformamos un templo, no podemos limitar nuestro templo exclusivamente a un sitio, bien sea en la casa donde tenemos nuestro Altar,  en un punto de la ciudad, en donde nos reunimos con otros, en cualquier edificación, el templo somos nosotros mismos, es nuestro #espíritu, esa es la  verdad. El hombre olvida valores, recordemos el ejemplo de Caín y Abel.  Abel guardaba en sí el beneplácito del Padre, radicaba en la fe;  Caín captó fuerza por la violencia y al vencer al Hermano se creyó poderoso. Los que no encuentran ni se esfuerzan por los valores, recurren a adquirir poder por la fuerza bruta o armamentos. El enseñar y practicar  valores,  para forjar y encontrar el camino que se aplique a la existencia,  el no inculcar al niño competitividad  es la clave para que las generaciones venideras enfoquen su existir en su espíritu, valoren su templo y caminen de regreso a la cuna abandonada que gustosa nos espera. Share