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  • Foto del escritorConciencia Cosmica

¿Por qué dejamos para mañana?


Oíd la voz que clama en el desierto, enderezad los caminos hacia la llegada del padre. El malo deje su maldad y vuelva hacia mi padre, el perverso, su perversidad y torne hacia mi padre; pero escuchad estas mis palabras que claman en cada rincón de vuestro globo:

“aquel que sea malo sígalo siendo y aquel que sea bueno que se mantenga, porque lo tibio lo vomitare”.

Si comprendiéramos, si nuestros cuerpos se fatigaran y permitieran que nuestro espíritu se fortaleciera. Si permitiera este tan siquiera el asomo de nuestro espíritu en nuestras conciencias. Si fuéramos consientes de la magnitud de ser que somos. Si tan siquiera vislumbráramos el conocimiento de aquel ser que anida en nuestro interior y sacáramos hacia el exterior, hacia la luz, una pequeña parte del mismo...


Antes de nuestro nacimiento, nuestros padres planificaron nuestro futuro. ¿Qué será de este niño cuando sea mayor? Le compraremos juguetes, le enseñaremos. Y así, nuestros padres empiezan a pensar en la mejor escuela para nosotros, para garantizarnos una educación acorde al medio en que nos desenvolveremos. Cuando somos niños, nuestro pensamiento cambia y pensamos, “cuando crezca”. Y entonces crecemos y pensamos, “cuando me case”. Nos casamos y pensamos en el trabajo. Construimos nuestra vida y tenemos un hijo, y empezamos a planear su futuro. Entonces nuestro pensamiento vuelve y cambia, y pensamos, “cuando me jubile”. Y cuando ya estamos jubilados, un viento frio sopla a nuestro alrededor y miramos con asombro y espanto como ha transcurrido nuestra vida, sin dejar tan solo huella de la misma.


Aquel viento frio penetra las fibras mas sensibles de nuestro ser y con gran asombro nos damos cuenta como hemos desperdiciado nuestra existencia. Vivimos esperando el mañana y creemos que tenemos la existencia garantizada. Dejamos todo para el nuevo día y creemos que el tiempo transcurre sin que se nos cobre el tiempo desperdiciado.

Cuantos de nosotros tenemos planes y estamos esperando nuestra jubilación, aguardando sentir aquel viento frio penetrando nuestras almas y haciéndonos comprender como desperdiciamos nuestra existencia.


Sigamos dando pasos cortos esperando el mañana, porque pensamos que tal vez con el transcurrir del tiempo descenderá sobre nosotros lo que deseamos aun cuando no hayamos trabajado por ello, cerrando nuestros ojos y colocando cerrojos para que taponen nuestro espíritu y no permitan al mismo cambiar nuestra existencia. Cerremos todo y giremos. Abramos aquella puerta y no miremos hacia atrás y hagamos de cuenta que nada ha ocurrido. Que nunca se nos dijo nada y reiniciemos nuestra vida si podemos hacerlo.

O por el contrario eliminemos toda aquella barrera que nos impide a nosotros vislumbrar una existencia diversa a la que vivimos, si tenemos el interés.


Palabras de un Hermano Mayor.

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