Nuestro #espíritu conoce el camino hacia el Padre. Una de nuestras tareas consiste en encontrar la forma de llegar al conocimiento que habita en nuestro espíritu. Pero, cuan ardua es esta labor. ¿Como podemos escucharlo cuando tenemos nuestros oídos ensordecidos? ¿Como podemos ver, si cerramos nuestros ojos? ¿Como nos dirigirá, si nos empecinamos en estar estáticos?
Aún aquella nube oscura nubla nuestros sentidos. Preferimos navegar sin rumbo fijo a la espera de aquel puerto que nos reciba sin pensar por un instante que no conocemos el puerto donde anidaremos. En el camino del ascenso hay infinidad de rutas y por ende libres somos de elegir cualquiera de las mismas, pero cada una de ellas tiene marcada una cruz. Tal vez la cruz que se nos asigne sea mas liviana o mas pesada que la que veamos en nuestros semejantes. La cruz que nos fue asignada tiene su razón de ser. Que no nos suceda lo de aquellos que cambiaron aquella cruz que llevaban y tomaron una pequeña de otro ser. Así pues, se fijaron en su tamaño y no en su contextura, y al colocarla sobre sus hombros, cayeron de rodillas ante aquel enorme peso que representaba. Observemos nuestra existencia y marquemos nuestra ruta, pues al momento de entregarla, rendiremos cuentas por la misma.