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  • Foto del escritorConciencia Cosmica

¿Qué hay después de la muerte?


Al separarse del cuerpo aquella envoltura corpórea que teníamos de nuestro espíritu, este transmigra a puntos de existencia diversos, pero en muchas de sus manifestaciones similares al campo astral del que provenimos, el cual es la parte etérica de nuestro globo. En todas sus manifestaciones, seguiremos unidos, atados al mismo, hasta el momento en que a la vez, aquel desprendimiento áurico de nuestro globo se manifieste, permitiendo la evolución y ascensión de aquellos que en verdad sublimaron su existencia.


Cuanto más dure nuestra existencia y cuanto más nos aferremos a lo material, más pesado sentiremos nuestro cuerpo, más se nos dificultará el movimiento, más el cansancio se manifestará en nosotros. El tedio, la tristeza, la amargura, la desilusión son simples facetas de aquella pesadez que tendremos, la incertidumbre y el desasosiego. Pero, cuando nos sentimos aliviados, cuando nos sentimos felices, cuando nos sentimos en paz con nosotros mismos y con aquellos que nos rodean somos tan livianos como una pluma, el cansancio se aleja de nosotros, nuestros párpados cansados ya no se dejan vencer, el timbre de voz se vuelve armonioso, se inclina a la paz, a aquellos que escuchan. Nuestra mente, se despeja permitiendo vislumbrar de forma clara y concreta nuestro alrededor.


¿Cómo se logra esto? El Divino Rabí, Jesucristo, nos marcó y determinó aquel camino, en forma clara y sencilla para nosotros, nos señaló aquellas pautas que en nosotros debían existir,

“que no sepa tu izquierda lo que ha hecho tu derecha”,

cavila en lo mismo. Ante la afrenta responde con comprensión, ante el dolor, con resistencia, ante la crítica con cordura, ante la sátira con complacencia.


Nuestra existencia está colmada, sin excepciones de dificultades, pero a la vez existen gratificantes momentos para nosotros. Demos, que al igual recibiremos, enseñemos y al igual aprenderemos, sirvamos y nos encontraremos servidos, amémonos los unos a los otros pues nosotros también necesitamos amor. Demos de nosotros mismos a nosotros mismos que El Padre nos devolverá. Tomemos nuestro corazón y llevemos nuestro presente en nuestras manos, ante nuestros ojos y endulcemos nuestras bocas. Cavilemos en lo mismo.


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