¿Disponemos de libre albedrío o somos presos del destino?
- Conciencia Cosmica
- 27 feb
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He aquí otra verdad, cuando los Espíritus nos rebelamos, lo hicimos por creer que podíamos igualarnos al Creador y disponer a voluntad de nuestra Esencia. No queríamos estar sometidos a las directrices del Padre, sino darnos nuestra propia vida, decidir por nosotros mismos. Entonces, el Altísimo en su inmenso Amor y Misericordia nos concedió el libre albedrío, esa capacidad de decidir por nosotros mismos, para lo cual nos otorgó materia en un universo y en un cuerpo donde podíamos como espíritus encarnados, decidir lo que queríamos creer, hacer o no hacer.
Ahora bien, desde el momento en que nuestros Espíritus reaccionaron de la manera ya descrita, ya por creer lo que nos decía Lucifer o ya por dudar si era cierto o no, desde ese momento nuestros Espíritus habían absorbido más de la energía antagónica de Dios, pues si Dios es Todo, no se puede entender que se escape algo de su Esencia. En Él confluye y de Él fluye todo, sea eso que comúnmente llamamos bien y mal, porque es impensable algo fuera de Dios, pues Dios lo contiene todo y nada se le escapa.
Así pues, eso que en las Tablas Sagradas se conoce como la manzana de la tentación, no es otra cosa que el libre albedrío, esa fruta prohíbida a los espíritus angelicales, pero otorgada a los espíritus que se rebelaron y que ahora deben probar quién estaba en lo cierto: Dios o Lucifer.

El que nuestro destino esté descrito en los astros, no contradice el libre albedrío, el Ser decidirá si escoge el camino que le ha sido trazado por el Altísimo o se distrae en el cumplimiento del mismo.
Una cosa es poder decidir lo que hago con la vida material, que se me concede por un tiempo, y otra acatar la Voluntad Divina, que por estar escrita y ser el bien supremo y el progreso, es el derrotero de nuestro avance hacia la Luz del Padre Celestial. Un ejemplo claro de la diferencia entre el libre albedrio y el destino, es el libro de Jonás, quien a pesar de hacer uso de su libre albedrío y decidir no profetizar, escondiéndose de Yavé, contraviniendo una orden Divina, finalmente la ballena lo dejó en las puertas de Nínive y profetizó las palabras dadas.
El libre albedrío es como un camino lleno de bifurcaciones y somos nosotros quienes decidimos cuál senda tomar, si la que nos lleva directo y sin atajos, o por el contrario la que da varias vueltas tediosas antes de llegar.
Pero como todo, existen consecuencias, y la consecuencia del libre albedrío es la Ley de compensación, o eso que llamamos Karma – Dharma, pues nada escapa del escrutinio Divino, y se debe responder por toda decisión, elección, acción u omisión.
Y es aquí, en éste punto, donde se revela el ¿por qué estamos en éste mundo?.
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