Como hijos del Padre, buscamos evolucionar

El mundo material en el que nos encontramos nos consume día a día. La frivolidad rampante de nuestra sociedad nos enceguece. Nos hace pensar que en la senda de lo material, lograremos evolucionar. Este ruido constante ahoga nuestro cuerpo y entorpece nuestra alma, y no nos percatamos de que dentro de nosotros se encuentra adormecido el conocimiento de nuestro espíritu.

La relajación y la meditación son buenos caminos para afinar nuestros sentidos. Con esto lograremos conectarnos con nuestro ser interior y así captar nuevas y sutiles esperanzas, comprender que somos un microcosmos, ver todo aquello que nuestros ojos no alcanzan a ver y discernir lo que nuestra imaginación no logra imaginar.

Somos hijos de Padre, aquel que todo lo halla bueno y a la vez es bueno, por ello, estamos en una constante búsqueda de ascenso, de evolución. Aunque sintamos que avanzamos cuando lo hacemos en el mundo material, este avance es perecedero y solo durará un pequeño instante de nuestra verdadera existencia.

“No, no seas cual sepulcro blanqueado, hermoso a los ojos de los hombres, mas por dentro estas lleno de podredumbre, muéstrate tal y como eres, sin caretas, pues podrás colocarte una faz que no tienes, engañas a los ojos de los demás, pero a los ojos del Padre, estás desnudo”.

Reflexionemos en este hermoso mensaje de un Hermano Mayor.