Practiquemos la cercanía a Dios
- Conciencia Cosmica
- 3 ago 2020
- 2 Min. de lectura

Cavilemos en nuestras almas y en nuestro interior, descubramos que la disciplina, el carácter, se forjan de pequeñas, aunque importantes tareas a realizar. La capacidad del Ser para percibir, para sensibilizarse, para observar, a la vez se acrecienta mediante nuestra disciplina, nuestro orden, nuestra oración.
Con los pasos y caminos que damos al deambular, en cada uno de ellos colocamos mayor peso, la cruz que sufre nuestro dorso la hemos colocado al nacer. Debemos de entrar en reconcilio y entregar nuestro espíritu al Creador, debemos relajar nuestro cuerpo y cerrar nuestros ojos y nuestra boca y escuchar por nosotros mismos la Palabra de Dios, seguir sus designios y escoger para nosotros nuestro destino, nuestra voluntad, y nuestra Fe en Dios.
No siendo llamados a la cumbre, ni nuestros pies dirigidos a la montaña, la Zarza arderá para nosotros y hablará con nosotros y escucharemos la misma.
Cuán gratos somos nosotros los hijos del hombre para el Creador, que aún Aquel Unigénito, al transgredir nosotros la ley, y ver que somos hijos suyos en redención y amor a Cristo, su Voz llega en Zarza Ardiente sin escuchar interferencia sino el empleo de nuestras almas hacía Él, nuestro Padre.
Al escudriñar en nuestros Textos Sagrados, en nuestras Tablas, encontramos infinidad de citas en las que se relatan cómo interactúa el Padre, sus Mensajeros, Ángeles como los llamamos y aquellos a los cuales ni si siquiera en nuestros textos se definen como Ángeles o como hombres.
Al realizar aquellos relatos, aquellas historias de profetas, patriarcas, héroes y reyes, a la vez percibimos los cambios, transformaciones que asumen aquellos seres basados en las circunstancias que la época y el momento que se les plantea, es así pues como la transformación del Dios piadoso y sus mensajeros, al Dios de guerra, vengativo y aquellos que envía para dar su testimonio.
De ahí que siendo el Padre Único, nosotros en nuestro mundo, tenemos infinidad de Nombres para Él y a la vez infinidad de sectas, religiones, dogmas que se han derivado de Su Presencia.
Al revisar en comparación Textos Sagrados en culturas diversas, arrojados en distintos puntos de nuestro orbe, vemos similitudes. Así pues, en el Corán hay dos textos que sobresalen, el uno destinado al Amor a profesar a Dios, y el segundo al cuidado de sus leyes y el paso a mundos diversos. Aquella transcripción del texto antiguo y original, contiene los mantras para trascender a los planos astrales, que la cultura Vedanta, en el Libro de los Muertos, describe aquellos seres que traspasaron las fronteras del cuerpo ascendiendo a planos de iluminación mayor.
Entonces, siendo el único Dios Creador de cuanto podemos ver y percibir, son múltiples sus manifestaciones y diversas las interpretaciones que hemos dado.
Por fortuna decimos nosotros: Amamos a Dios, en nuestros Mandamientos escrito está: Le Amareis por encima de todas las cosas, pero ¿podemos describir nosotros qué es Amar lo que no percibimos? para amar debemos conocer, al igual para comprender aquel sentimiento, aquella Presencia, debemos conocer, estudiar, comprender, de ahí la labor y práctica que queda a la mente de ustedes lectores, para que alimenten sus espíritus.
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